jueves, 25 de diciembre de 2008

Seis años atrás

Hace seis años, por estas fechas otro escribió lo siguiente. Nos llamábamos igual, y el caso es que algo compartimos todavía:

Pasadas las doce de la noche la calle es un cementerio. Nada comparable al ajetreo diurno. Llegó el silencio. El camión de la basura surca el asfalto deteniéndose en cada esquina. Los operarios agitan la manguera y arrancan hasta el último gramo de mugre de las aceras. Los kioscos, abiertos desde al amanecer, ya venden los diarios del día que el calendario acaba de dar a luz.
Las bocas de metro cobijan a unos viajeros nocturnos sin destino. En los cajeros, parias bancarios duermen en un hotel de mil estrellas. Los árboles duermen en el parque el sueño de los justos, salvados de toda inclemencia humana, al arrullo de las ardillas que aprovechan para bajar.
Los locales de moda han encendido sus puertas y han abierto sus neones los ojos del viajero. Las criaturas de la noche hacen cola para entrar. Vestidos según el patrón de un director de vestuario, los maquineros, los adictos a la música electrónica, los alternativos, los skin heads, los mod, los gays, los pijos, los rasta, los heavy, y hasta los que visten ni fu ni fa, todos cumplen su papel social de símbolo y parte de una corriente contracultural, porque aunque las bibliotecas abran por la noche, la contracultura vive de noche, arrinconando mitos oficiales en una batalla tan vieja como el mundo.
Los amantes viven la noche como si fuera la última vez. Ambidiestros por necesidad los cómplices son los reyes bajo Selene vigilante. La pasión se desborda con alevosía y nocturnidad. Olor de sexo desbordado en las sábanas. La vista puesta en el Otro, las manos tranquilizando espíritus y las almas practicando el amor de forma perpetua porque en la cabeza empieza y acaba todo. Cuando dos amantes discuten, la continua fornicación de sus mentes se detiene en seco. Se ve en los ojos de los buenos amantes. Los vestigios del polvo continuo en los ojos de un enamorado pueden ser encontrados por cualquier observador medianamente perspicaz.
Para acabar mi breve retrato de la noche quisiera acordarme de los que duermen. Muchos no conocen la noche más que en su inicio o en su crepúsculo luminoso de cada mañana, cuando las farolas se apagan. Aquellos que no conocen el sabor de la oscuridad no podrán entender porqué Antoine de Saint-Exúpery pudo escribir El principito a lo largo de sucesivas noches. Las palabras suenan solemnes cuando es Selene quien juzga si está bien dicho o no. La oscuridad acentúa la sensación de soledad, por eso los buenos amantes aprovechan para amarse. Los ojos de las personas brillan más bajo el manto de estrellas.

1 comentario:

  1. очень красиво... и вызывает очень много ассоциаций...

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